viernes, 12 de diciembre de 2008

Feria Colón oriente:


Entre medio de frutas y verduras: El “casero” de los libros

En la Av. Paul Harris el calor se siente, puede ser porque está lleno de gente, ya casi ni se puede caminar. Sin darse cuenta estás esquivando personas y tomates del piso, pero bueno así es la feria y este es un domingo totalmente normal para Don José Medina que viaja desde lo Prado para instalar su toldo blanco y toda su colección de libros para vender, que son en su mayoría textos escolares.

“Yo llevo catorce años acá en la feria” menciona emocionado Don José, un personaje totalmente conocido por las madres de la zona, ya que él les ayuda a encontrar los libros en Marzo para el colegio, sí porque los libros también tienen su época, al igual que las frutas y verduras. Ahí en su toldo, siempre atento con sus clientes, por ahí saluda a una señora, le dice “Le tengo listo su pedido” y la señora se refiere a él como uno de los más fieles de la feria.

Sin embargo, la tienda no se maneja sola, sentados ordenando libros se encuentran sus hijos Fernando (22) y Edward (15), (que prefiere que le digan Eduardo). Uno de ellos al comienzo de la entrevista pregunta “Y ¿Cuánto nos vai’ a pagar?” y suelta una carcajada. Ellos se refieren al trabajo en la feria como un ingreso más. Así es porque Don José hace esto los domingos, pero, en la semana se dedica al negocio de la totora, de hecho ahí mismo vende unas sillas para niños del mismo material.

“Bueno yo tengo dos hijos, estos dos “malandras” y la Xime que está saliendo de cuarto medio”. Muy preocupado de sus hijos y siempre atento, se refieren a él como un hombre “muy católico”. Cuando se le menciona el tema de educación, saltan todos a hablar. Fernando, el mayor de sus hijos tuvo que congelar Arte en la Universidad de Chile, dice que colapsó en primer año “El trabajo y el estudió me dejaron agotado y la verdad es que entiendo a mis papás, cuando dicen que no pueden pagar más”. Sin embargo, tiene planeado volver el próximo año, pero, dice que no sabe como lo va a hacer, va a tener que ayudar más a su papá. En cambio, Don José tiene toda la fe puesta en su hija Ximena, que está pronta a salir de 4º Medio, dice que todavía no sabe que estudiar, pero, que ya está postulando a una beca y parece todo va bien, “Tendremos una universitaria para el próximo año” sonríe Don José orgullosamente refiriéndose a su hija. El negocio en la feria parece ser muy familiar, Fernando señala que su novia con la que está pronto a casarse, trabaja al frente de ellos vendiendo ropa.

Un domingo normal para este señor de 57 años, es traer los libros de su biblioteca que ha juntado durante mucho tiempo y por supuesto recibir desde revistas, hasta libros de repostería. Él ha vivido toda su infancia y adultez acá en Santiago y dice que no lo cambiaría por nada.

Una simple despedida, un simple adiós, para Don José no basta. El siempre cita al “creador” y esta vez no fue la excepción, un “que Dios te bendiga” al final de la conversación, era lo que le bastaba a él para seguir con su rutina de vender libros y las clásicas sillitas de totora, que tanto orgullo sentía por ellas.

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